II Concurso San Miguel 2009
1er lugar: Linda Gutiérrez
2o lugar: José Manuel Chu
3er lugar: Alejandra García Sandoval
4o lugar: Alba Marina Ramos
Finalistas: Enrique Ángeles, Diana Blanco, Gustavo Castillo-Estrada, Ricardo López, Enivia Mendoza-Mondragón, Zaria Soria.

No ocurre con frecuencia que uno asista a un espectáculo y salga con la sensación de haber atestiguado algo histórico. Esa fue la experiencia que sentí el pasado 20 de junio cuando Ópera de San Miguel presentó su segundo concurso nacional anual encaminado a descubrir y desarrollar al más prometedor joven talento operístico de México. Una vez más, el evento tuvo lugar en el Teatro Ángela Peralta de San Miguel Allende, con localidades agotadas, y un público de aficionados que dieron su apoyo al joven talento operístico de México.
Entre los asistentes hay que destacar a “Los Ángeles de la ópera”, un grupo de donadores individuales que generosamente proporcionaron los fondos para los 100 mil pesos en total que se otorgaron esa noche en forma de premios. Hubo 11 finalistas de todo el país, elegidos de un total de 136 jóvenes que aplicaron para participar, que concursaron para llevarse premios en efectivo, becas para estudios avanzados y apoyos para solventar gastos profesionales.
Este concurso es único en México, ya que no sólo es una competencia de canto, sino también una experiencia intensiva de aprendizaje para los finalistas. En la visión del director artístico, Joseph McClain, a cada cantante se le ofrecen múltiples oportunidades para trabajar con repetidores musicales y coaches de lenguas, ejercicios de escena y clases maestras con McClain y el pianista Mario Alberto Hernández, director musical del Concurso. Los cantantes de este año tuvieron, además, una experiencia adicional: dos días de clases magistrales con la legendaria soprano Gilda Cruz-Romo, estrella del Metropolitan Opera, Covent Garden, la Viena Staatsoper y la Scala, y la más celebrada soprano mexicana de los últimos 50 años.
Adicionalmente a la maestra Cruz-Romo y el señor McClain, el jurado estuvo compuesto además por James W. Wright, director general de la Ópera de Vancouver, John Daly Goodwin, director artístico y musical de la New York Choral Society, y quien esto escribe, tenor y miembro del coro del Metropolitan Opera por 26 años.
Los finalistas estaban parejos, pues todos exhibieron buenas voces, musicalidad y excelente presencia escénica. Además de los ganadores de los premios principales, varios cantantes dejaron buenas impresiones, particularmente la soprano Zaira Soria, por su sensible ‘Oh, quante volte’ de I Capuletti e i Montecchi de Bellini; el barítono Ricardo López, por su conmovedora interpretación de ‘Vision fugitive’ de Herodiade de Massenet; y la soprano Enivia Mendoza-Mondragón, por su ‘Sempre libera’ de La traviata de Verdi, que culminó con un emocionante Mi bemol sobreagudo.
Al final del concurso, cuatro cantantes fueron los seleccionados por su excepcional promesa. El cuarto lugar fue para Alba Marina Ramos por su mágico “Lied de Marietta” de Die Tote Stadt de Korngold, y por su intenso ‘Un bel dì’ de Madama Butterfly de Puccini. El tercer lugar fue para la soprano coloratura Alejandra García Sandoval, por su impecable ‘Ah, non credea mirarti’ de La sonnambula de Bellini, y su vivaz caracterización de ‘Glitter and by gay’ de Candide de Bernstein.
El tenor José Manuel Chu nos impresionó con un lírico y seguro ‘Quando le sere al placido’ de Luisa Miller de Verdi, seguido de un portentoso ‘Nessun dorma’ de Turandot de Puccini, que le mereció el Premio del Público, además del Segundo lugar. Pero al final del día, la que se llevó el primer lugar fue la soprano lírico Linda Gutiérrez, con su elegancia y timbre opulento, con el que interpretó los agudos radiantes de la ‘Canción de la luna’ de Rusalka de Dvořák y, de la Tosca de Puccini, nos brindó un ‘Vissi d’arte’ de antología.
Gracias al formato del concurso, los cantantes deben pasar varios días juntos, escuchándose y aprendiendo uno del otro, en una palpable atmósfera de camaradería y respeto mutuo, de modo que hasta quienes no ganaron premio alguno comentaban: “¡Esta ha sido la mejor semana de mi vida!”
La misión de Ópera de San Miguel es descubrir y brindar asistencia práctica a jóvenes cantantes que se encuentran en el resbaloso puente entre la academia y la vida profesional. La labor de McClain al frente del Concurso merece gratitud por su visión y altruismo, no solo por parte de los cantantes, que son los más beneficiados, sino por todos nosotros, el futuro público de estos talentosos artistas.
Pro Ópera septiembre-octubre 2009